NEW YORK. El mundo de la política dominicana es completamente bizarro, así que en el mismo a la perversidad se le llama sabiduría. Ese trastrueque es la perversidad en grado sumo, la perversidad de la perversidad, construida sólida con el poder, el dinero y la propaganda para que perdure como paradigma aberrante.
No hay que darle muchas vueltas al asunto: los políticos más “sabios” que hemos tenidos en realidad han sido los más perversos. A todos nos han pervertido o sometido o desaparecido.
Así tenemos que quienes son reconocidos como los grandes paradigmas para el manejo del estado son los grandes perversos que se aferraron por cualquier vía al gobierno. Subyacen Lilís y Trujillo, el segundo superó al primero. Ambos fueron superados por Balaguer, paradigma que busca superar Leonel, quien dirá que para algo se le bautizó en 1996 como el “nuevo camino”, mediante la alianza de la traición y la renuncia. (Explico: la traición de Balaguer a Peynado y la renuncia de Leonel a los principios que enarbolaba, todo bien atado con el odio y el terror a Peña Gómez).
Leonel va bien adelantado en su propósito. Su manejo perverso del estado ya supera al realizado por Balaguer en muchos aspectos claves, tales como la corrupción, la compra de tránsfugas, el adocenamiento de los medios de prensa y comunicadores, la inseguridad ciudadana, las imparables cargas impositivas y otros males necesarios para arrinconar y aterrorizar a la población, algo que franquea el camino de la continuidad en el poder.
Es que el método para la perpetuidad en el poder no cambia. Ha sido exactamente el mismo desde que el diablo agarró el gobierno de la tierra. “No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial lo encubre otro más alto, y otros más altos oficiales encubren a estos dos. ¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!” (Eclesiastés 5:8, versión de la biblia Dios Habla Hoy).
ILa Biblia y sus pronósticos certeros! Mire usted, de lo que más hablan los detentadores del poder es del “progreso” de la República Dominicana, donde hoy, ¡qué coincidencia!, la cadena de los encubrimientos oficiales es más larga y gruesa que nunca.
De manera que no hay que sorprenderse por la agresividad propagandística para dar relevancia a los servicios que presta Leonel al país y al extranjero. Por supuesto, son servicios diferentes, más bien opuestos, porque en la República Dominicana ya él todo lo tiene atado y en el extranjero gestiona amarres, previendo el resultado de la mentira que pregonan de que el “país es inagotable”.
Los servicios más recientes de Leonel en los campos internacional y nacional muestran con claridad la pauta que él sigue: mientras daba el primer picazo para dejar inaugurada la construcción de una universidad en Haití, cuyo costo será de $50 millones de dólares, su agresiva gestión en pro de aumento de los impuestos puso en ascuas al pueblo dominicano.
Mientras Leonel clamaba por la paz para el Medio Oriente, durante una reunión en Punta Cana, en la capital la policía que él dirige encerraba en la Plaza de la Cultura, para darles patadas y macana, a los participantes en una protesta pacífica lideradas por jóvenes que aspiran a que la Policía Nacional descontinúe la práctica de eliminar ciudadanos.
¡Increíble, pero cierto! Jamás pensé que los jóvenes del siglo 21 sufrirían los mismos abusos que padecimos los del pasado siglo. Parece que lo único realmente inagotable en el país es el aguante del pueblo para tolerar que se le gobierne con el abuso y la perversidad política in crescendo permanente.
Así que Leonel y su gente ven con optimismo y esperanza la posibilidad de que él se convierta, antes de que el país se agote, en el paradigma moderno, el sabio de los sabios, del bizarro mundo político dominicano.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de la República Dominicana.
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