martes, 25 de mayo de 2010

Oración por la salud de la República Dominicana

Padre, Señor, hoy te hago una petición muy especial, en nombre de Jesús.
Te pido que le devuelva la salud a mi país, República Dominicana.
Tú sabes, Señor, que desde hace tiempo República Dominicana está enferma por la lepra del peor tipo: Corrupción Política. Manchas rojas y blancas atacaron su cuerpo antes, pero ahora la despedazan con celeridad unas moradas anestésicas, peores, pues se hicieron muy resistentes, reconstituyéndose con las bacterias de las rojas primero y con las de las blancas últimamente. La enfermedad está en etapa avanzada, que la ciencia define como “facies leonina”.
Padre, Tú bendijiste a tu pueblo, que creaste noble, con un remedo isleño del paraíso; un territorio hermoso e inmensamente rico, con tierras pródigas, las mejores playas, valles y montañas hermosísimos. Son sólo 48 mil kilómetros cuadrados, pero con una variedad extraordinaria de micros climas y accidentes geográficos fabulosos.
Oh Padre, por la maravilla de tu creación, los dominicanos tenemos el privilegio de que en un territorio tan pequeño se da el fenómeno de que la temperatura en ningún día del año impide un baño de mar ni requiere de acondicionador de aire en las montañas. En un par de horas podemos pasar del calor de la playa a la frescura de la montaña, pero cada vez es más restringido el disfrute de esas maravillas.
¡Ay!, Padre, la lepra política está acabando aceleradamente con todo eso. No hay un lugar en el país que las horribles manchas rojas, blancas y moradas no hayan invadido. Si vas a las montañas, allí se ven sus grandes nódulos, convertidos en lujosas e inexpugnables estancias. Si vas a las playas, allí se observan por igual sus tumoraciones, convertidas en resorts, verdaderos fortines de resguardo a la invasión de medicamentos populares y heroicos.
Dios, la lepra de la corrupción ataca a tu pueblo dominicano en contubernio con el narcotráfico y el sicariato. Tu pueblo dominicano es despojado de sus bienes desde el Palacio Nacional. Tu pueblo dominicano es asaltado en calles y avenidas. Tu pueblo dominicano vive con las puertas de los hogares cerradas, la mayoría de las noches a oscuras y siempre clamando por agua.
Dios, la lepra de la corrupción casi aniquila a los niños pobres que desayunan en las escuelas públicas, donde el pan de la enseñanza es tan malo como el suero que le han dado a beber para cumplir compromisos políticos.
Son muchos los males, son poderosos quienes están en el Palacio, los narcotraficantes y los criminales callejeros, pero Tú, Padre, eres más poderoso que ellos; no desampare a tu pueblo, llénalo nuevamente de bendiciones.
Oh Dios, redime a la República Dominicana de todas sus angustias. Que la lepra política no ignore tu existencia; haz que tengan temor por Ti los políticos corruptos. ¡Tuya sea la gloria de salvarnos, Padre! Gracias, en nombre de Jesús.
Por hoy, me voy, que Dios le llene de bendiciones, y se apiade del país.

martes, 18 de mayo de 2010

La República Dominicana ahora se divide entre vividores del estado y marginados del senado

NEW YORK. La gran importancia del triunfo arrollador del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en las elecciones que tuvieron lugar el domingo 16 de los corrientes es que la República Dominicana quedó divida entre vividores del estado y marginados del senado (en minúsculas), con “Ninguno” en el medio.
Completando la primera década del siglo 21 tenemos un país que en materia de política finalmente es un libro abierto. Afortunadamente, algo está claro y en orden en el territorio con imperio de la oscuridad y el caos de la corrupción, el crimen y el narcotráfico.
Si comparáramos el país político con una cuerda, la misma necesariamente tendría que ser muy resistente hasta su parte media y en posición colgante, con el PLD atado firme en el extremo superior y el PRD flojo en el inferior. De aquí a 2012 buena parte de “Ninguno” será enrollado hacia arriba y el resto quedará deshilachado.
Eso es bueno, pues pienso que lo mejor que trajeron los resultados de las elecciones es que, ¡por fin!, se aprecia claro el final del juego político democrático, la caricatura de democracia o como usted prefiera llamar a la mala representación de la democracia que tanto ha sufrido y que tan cara le cuesta a la población que paga sus impuestos.
Sin la gallera de las elecciones, los ahorros serían muchos. De entrada, desaparecería la Junta Central Electoral, organismo que sólo sirve para contar votos y validar el resultado, pase lo que pase, como lo hizo ahora Castaños Guzmán, quien para realzar la pureza y el éxito de los comicios calificó de “incidentes sin importancia” los cinco muertos y 13 heridos que cobró el torneo, la compra de cédulas en Mao denunciada por la OEA, los tiroteos en San Juan de la Maguana, entre otras patrañas.
La JCE se chupó sobre los RD$2,000 millones de pesos “organizando” el proceso electoral, al tiempo que permitía sin rubor que el presidente Leonel Fernández lo desorganizara con los recursos del estado.
Otro ahorro mayor sería el que comprende los gastos fijos del gobierno en fabulosas compras de periodistas, medios y de cuanta parafernalia le ofrezcan para promoverse, inversión que excede los RD$5,000 millones al año.
Nadie nunca conocerá las decenas de miles de millones gastadas en “obras”, en compras de tránsfugas, en repartos de dinero hechos para asegurar el triunfo electoral. En esos renglones las pérdidas de dinero son incalculables.
Así, ante esas feas realidades, surge la esperanza de que tal vez no todo sea pérdida, si se piensa en que la barrida abrió la posibilidad de un escenario sin elecciones futuras, algo que necesariamente daría sosiego a los vividores del estado, quienes, al no sentirse amenazados de ser desplazados, meterían sus manos en las arcas nacionales con más comedimiento, no tendrían necesidad de ser tan permisivos con el narcotráfico para lucrarse de sus bienes y dinero, entre otras cosas que hacen para acumular dinero fácil y rápido. Sería, por lo menos un respiro económico. Tal vez soy muy iluso pensando en esas posibilidades.
También cabe la posibilidad de que viéndose bajo el dominio de una dictadura franca, sin el tapujo del engaño democrático, el pueblo reaccione de otra manera para provocar él la siguiente y definitiva barrida. Tal vez soy muy iluso pensando en esa posibilidad, pero hay que mantener la esperanza.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y proteja a nuestro país.

jueves, 13 de mayo de 2010

Leonel y su séquito ponen el mal ejemplo en el país


NEW YORK. Decálogos aleccionadores ha publicado en la columna AM en estos días Adriano Miguel Tejada, hombre dueño de entusiasmo, buen humor e ideas para repartir, algo que cotidianamente hace a través de sus escritos y personalmente; esto último lo sé porque fui beneficiario de su forma de ser durante mi ejercicio como editor deportivo de Diario Libre, donde laboré muy a gusto como subalterno suyo y me premió con una amistad que aprecio.
El objetivo de Adriano con los decálogos es que cada quien examine si está cumpliendo con normas que son básicas para lograr tener una sociedad que funcione de manera óptima. En su columna del miércoles 12, Adriano enumera cinco males que frenan el desarrollo de un país. Cito los puntos con fragmentos de las explicaciones que nos ofreció a sus lectores: “1. El cortoplacismo. Los dominicanos lo quieren todo y lo quieren ahora… 2. El “familismo” amoral, que es consecuencia del anterior. Queremos lo mío primero y no nos importa el resto... 3. La cultura autoritaria. A pesar de los avances, todavía domina el ¡tránquelo! y las arbitrariedades… 4. La anomia, corolario de la anterior. El dominicano quiere vivir como chivo sin ley. No respeta las normas si las puede violar… y 5. La ideología del progreso. …Esto llena al país de obras, muchas de ellas innecesarias por su falta de planificación”.
Es verdad que en la sociedad dominicana el cortoplacismo arrancó con velocidad de espanto en los últimos años. La impresión que uno recibe por aquí es que nadie quiere quedarse atrás de la bonanza de los políticos y gente de todos los segmentos (léase autoridades militares corruptas, asaltantes de barrio, atracadores, sicarios, etc.) arma su estructura de poder, al estilo de los políticos, para lograr riqueza rápida, que es lo que garantiza ser alguien en el país.
Válida es la percepción de que los dominicanos lo queremos todo y ahora, pero sólo los que están en la cumbre del poder, presidido por Leonel Fernández, lo consiguen todo y de inmediato. Verbigracia: Primera línea del metro, hecha sin estudios previos, pero con decisión política y ambición de porcentajes bien calculados. Es el mejor símbolo del cortoplacismo.
El “familismo” amoral tiene sus mejores exponentes en las fundaciones y los barrilitos, así como en los grupos de familias con cargo en el estado y posiciones electivas ganadas por el dedo presidencial.
La cultura autoritaria y la anomia son para el ejercicio exclusivo de los gobernantes. Leonel, nadie lo niega, es un consuetudinario violador de las leyes y la constitución (Sun Land, las nominillas, el PEME con tarjeta, reparto del dinero en campaña y un largo etcétera son ejemplos); la impunidad es un derecho incuestionable de los gobernantes en la República Dominicana.
Y ni hablar de que la ideología del “progreso” (palabra asociada a Leonel y al congreso por los mercadólogos) sólo puede ser impuesta por los de arriba, porque las obras que se construyen a la “brigandai” tienen, efectivamente, el propósito principal de enriquecer a algún favorito o pagar un favor político.
Como se puede ver, el mal ejemplo lo ponen Leonel (El Príncipe como ahora le llaman con cariño) y su séquito. El país está feo para la foto.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de República Dominicana.

viernes, 7 de mayo de 2010

El ejercicio de doblez en RD es capaz de escindir a Leonel; Castaño Guzmán aplica su maestría

New York. Los nombrados en posiciones públicas en la República Dominicana ejercen distintas profesiones, pero dan la impresión de que tienen en común una maestría y experiencia de campo en el ejercicio de doblez, para mantenerse en las buenas con el mandamás.
Pongo el siguiente ejemplo por considerar que quien voy a citar debiera ser independiente. Se trata del presidente de la Junta Central Electoral, doctor Julio César Castaños Guzmán, quien primero declaró que el presidente de la República debía abstenerse de participar en la campaña electoral presente, pero horas después dijo que en su condición de presidente del Partido de la Liberación Dominicana el doctor Leonel Fernández tenía todo el derecho de caravanear.
Quiere pensar Castaño Guzmán y poner a pensar al pueblo que cuando Leonel caravanea lo hace como presidente de su partido y no como presidente de la República. Pero eso es íntegramente falso. Leonel se mueve con el ropaje de presidente del PLD haciendo uso de los mismos recursos económicos y de seguridad con que se mueve como presidente de la República.
Inevitable que así ocurra porque, sencillamente, quien ocupa el cargo de presidente de la República lo es en todo momento del ejercicio de su mandato. Aún si lo quisiera -que no es el caso de Leonel, quien ya inició su campaña para seguir más allá de 2012- no se puede quitar el cargo como quitarse un traje.
Leonel está muy consciente de eso, y todo lo hace en su calidad de presidente de la República. Mire, imagine lo duro que debe ser para él que el cargo de presidente le impida darle la satisfacción a Ramoncito Báez de irlo a ver a Najayo.
Recuerde que Leonel acudió a la cárcel del Palacio de Justicia a las pocas horas de Ramoncito Báez ser apresado por el gobierno de Hipólito Mejía, en 2003. Leonel en ese momento era ex presidente y su porta estandarte principal era el de máximo líder del PLD, así que no vaciló un instante para ir a ver a su amigo, quien agradecido ahí mismo se convirtió en el principal benefactor de la campaña para que Leonel se hiciera de nuevo con el poder en 2004.
Como presidente del país, Leonel se arriesgó y permitió a su ministro Vincho Castillo defender a Ramoncito Báez en contra de los intereses del estado dominicano, algo que de haber ganado Ramoncito en los tribunales hubiese sido muy pernicioso para las finanzas del país, pero hasta ahí llegó.
A lo mejor Leonel ha sentido profundamente no poder cumplir con el amigo preso, aunque sea con una visita, algo en lo que se puede pensar tomando en cuenta que Leonel siempre dijo que Ramoncito era inocente, una víctima de la torpeza de Hipólito.
Pero, a pesar de los buenos sentimientos que pueda tener, Leonel sabe que ahora no debe ir a Najayo, el cargo se lo impide. No puede escindirse entre ciudadano y presidente, y no va a arriesgar el lustre de la imagen presidencial.
Entonces, si para un asunto tan humano, como ver al amigo preso, Leonel no intenta auto escindirse, resulta paradójico que Castaños Guzmán lo escinda por su cuenta para los fines del caravaneo, pero con doblez todo es posible. Tiene la maestría necesaria el presidente de la JCE para buscársela con Leonel. Y la aplica.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y que se compadezca de nuestro país.

lunes, 3 de mayo de 2010

Leonel quiere poder, no respeto

NEW YORK. Cada vez leo y escucho con mayor frecuencia la frase “la figura del presidente de la República merece respeto”. El reclamo es propio de la adulonería y servilismo, aunque no descarto que uno que otro que use la expresión en verdad crea que el respeto es inmanente a la posición presidencial, cosa que no es así. El respeto no se merece, hay que ganárselo. El respeto se gana, y se pierde.
Veamos el caso del presidente Leonel Fernández. Nadie anduvo por ahí reclamando respeto para él en 1995. Él se había ganado el que tenía, y tanto tenía que llegó a la presidencia de República Dominicana en 1996 mediante una fórmula impensada para las grandes mayorías, pero que salió de la mente de quien era el genio titular de la perversidad política dominicana, Joaquín Balaguer, quien mezcló la traición al candidato de su partido con la renuncia de Leonel a los principios que decía sustentar, y presentó la pócima haciendo referencia, blasfemia es lo correcto decir, bíblica al nombrarla como “el nuevo camino”. Fue algo avieso aquello, pero el respeto que sentía parte del electorado por el entonces joven político peledeísta y el rechazo a la negrura de Peña Gómez propició que la mayoría del pueblo se tomara aquel brebaje.
Las cosas cambiaron desde entonces y, ante la pérdida de credibilidad sufrida por Leonel, hoy tenemos un amplísimo coro entonando plegarias de respeto para la figura del presidente, un respeto que en realidad poco le importa a un hombre ya curtido e inmerso -sin el menor deseo de tomar un respiro- en los manejos indecorosos del Estado.
Y no le importa porque él conoce perfectamente que no es con el respeto a la figura que se va a mantener mandando. Es accionando sin escrúpulos, como lo hace, los instrumentos del poder como va a seguir “pa’lante”, atropellando lo que encuentre a su paso, sin aspaviento por asuntos menores, como lo es regatear respeto cuando se disfruta del manejo sin controles de un estado rico, con un pueblo de ideales acribillados junto a Amín, Amaury y otros, y reducido a la categoría de votantes por una solidaridad en plástico de 300 pesos mensuales y recipientes de platos de comida en los finales de campaña.
En verdad la adulonería y el servilismo están pidiendo demasiado por su cuenta, cosa que no deja de ser peligrosa. ¿Qué tal si a Leonel, llevándose de ellos, le da por “someter a la obediencia” a quienes se conforman -como toda acción contra los abusos permanente de los gobernantes- con decir malas palabras en un medio? Nadie puede predecir lo que pasará si además de sufrir por la corrupción, los apagones y falta de agua a los inconformes los someten al silencio. Leonel sabe que las palabras descompuestas y los epítetos, merecidos muchos de ellos, son válvulas de escape que evitan que explote la olla que contiene el caldo que consumen sin más molestias los manejadores del poder.
No es político para Leonel reclamar un respeto que él dejó de usar y no le interesa en lo absoluto volver a usar, porque los hombres de respeto que fueron presidentes del país no tuvieron mandatos largos. Hay que reconocerlo, los gobernantes exitosos, en términos de permanencia en la silla, que ha tenido el país se ubican en dos grupos: corruptos y dictadores. Leonel, nadie discute eso, está ya entre los primeros, y da los pasos, mejor dicho caravanea, para lograr los controles necesarios en el congreso y ubicarse en 2012 “democráticamente” entre los segundos. Leonel quiere poder, quiere ser exitoso en la permanencia en el poder, él no precisa de respeto. La adulonería y el servilismo deben entender eso y no forzar tanto el mingo.
Por hoy, me voy.
Que Dios le llene de bendiciones.