jueves, 13 de mayo de 2010

Leonel y su séquito ponen el mal ejemplo en el país


NEW YORK. Decálogos aleccionadores ha publicado en la columna AM en estos días Adriano Miguel Tejada, hombre dueño de entusiasmo, buen humor e ideas para repartir, algo que cotidianamente hace a través de sus escritos y personalmente; esto último lo sé porque fui beneficiario de su forma de ser durante mi ejercicio como editor deportivo de Diario Libre, donde laboré muy a gusto como subalterno suyo y me premió con una amistad que aprecio.
El objetivo de Adriano con los decálogos es que cada quien examine si está cumpliendo con normas que son básicas para lograr tener una sociedad que funcione de manera óptima. En su columna del miércoles 12, Adriano enumera cinco males que frenan el desarrollo de un país. Cito los puntos con fragmentos de las explicaciones que nos ofreció a sus lectores: “1. El cortoplacismo. Los dominicanos lo quieren todo y lo quieren ahora… 2. El “familismo” amoral, que es consecuencia del anterior. Queremos lo mío primero y no nos importa el resto... 3. La cultura autoritaria. A pesar de los avances, todavía domina el ¡tránquelo! y las arbitrariedades… 4. La anomia, corolario de la anterior. El dominicano quiere vivir como chivo sin ley. No respeta las normas si las puede violar… y 5. La ideología del progreso. …Esto llena al país de obras, muchas de ellas innecesarias por su falta de planificación”.
Es verdad que en la sociedad dominicana el cortoplacismo arrancó con velocidad de espanto en los últimos años. La impresión que uno recibe por aquí es que nadie quiere quedarse atrás de la bonanza de los políticos y gente de todos los segmentos (léase autoridades militares corruptas, asaltantes de barrio, atracadores, sicarios, etc.) arma su estructura de poder, al estilo de los políticos, para lograr riqueza rápida, que es lo que garantiza ser alguien en el país.
Válida es la percepción de que los dominicanos lo queremos todo y ahora, pero sólo los que están en la cumbre del poder, presidido por Leonel Fernández, lo consiguen todo y de inmediato. Verbigracia: Primera línea del metro, hecha sin estudios previos, pero con decisión política y ambición de porcentajes bien calculados. Es el mejor símbolo del cortoplacismo.
El “familismo” amoral tiene sus mejores exponentes en las fundaciones y los barrilitos, así como en los grupos de familias con cargo en el estado y posiciones electivas ganadas por el dedo presidencial.
La cultura autoritaria y la anomia son para el ejercicio exclusivo de los gobernantes. Leonel, nadie lo niega, es un consuetudinario violador de las leyes y la constitución (Sun Land, las nominillas, el PEME con tarjeta, reparto del dinero en campaña y un largo etcétera son ejemplos); la impunidad es un derecho incuestionable de los gobernantes en la República Dominicana.
Y ni hablar de que la ideología del “progreso” (palabra asociada a Leonel y al congreso por los mercadólogos) sólo puede ser impuesta por los de arriba, porque las obras que se construyen a la “brigandai” tienen, efectivamente, el propósito principal de enriquecer a algún favorito o pagar un favor político.
Como se puede ver, el mal ejemplo lo ponen Leonel (El Príncipe como ahora le llaman con cariño) y su séquito. El país está feo para la foto.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de República Dominicana.

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