jueves, 17 de diciembre de 2009

¡Qué pena, al cuadrado! Miguel Martínez sería en RD candidato en mayo de 2010, no un condenado


NEW YORK. Quienes residimos por estos predios newyorkinos y sus cruces vivimos exclamando, con dientes juntos: “¡Ayyy, si fuera aquí!”, cada vez que leemos, escuchamos o comentamos las cotidianas informaciones que publican los medios de comunicación sobre la corrupción a todos los niveles en la República Dominicana, una práctica que se ha convertido en garantía de éxito y ascenso en el ejercicio político y manejo del Estado.
Pero ante la lamentable al cubo caída por mal manejo de fondos públicos de Miguel Martínez, ex concejal dominicano, representante del Distrito 10 de esta ciudad, quien acaba de ser condenado a cinco años por el juez Paul Austin Crooty lo que sale es un penoso al cuadrado “¡oooh, si hubiese sido allá!”.
Déjeme explicarle que lo lamentable al cubo es por el daño al nombre y los intereses de la comunidad dominicana, pues Martínez -ya poco importa que fuera por equivocación, como trató de demostrar su defensa- echó a perder su carrera política, que muchos vislumbraron como que sería brillante; además, construyó un alto muro de suspicacias que deberán saltar las generaciones venideras de los políticos dominicanos que aspiren en el futuro a captar en sus distritos los votos de personas de nacionalidades distintas a las nuestras y se constituyó también en otro elemento a ser usado por el poder anglosajón para desprestigiar a los políticos latinos en general.
Y lo penoso al cuadrado es porque ver caer a uno de los nuestros aquí, donde es tan difícil para la comunidad ver escalar a uno de sus hijos, parte el alma. También parte el alma que uno tenga todo el asidero del mundo para pensar que allá, en mi New York Chiquito, en mi querido batey, el Miguel Martínez que por mal manejo de $106,000.00 fue condenado aquí a cárcel y probatoria por un lustro, allá fuera candidato al congreso o a una sindicatura en mayo de 2010 para lucrarse de los fondos públicos durante media docena de años, por lo menos.
Aquí el juez le reconoció a Martínez el hecho de haberse dedicado a estudiar desde que llegó a los Estados Unidos y por los servicios que prestó a su comunidad, pero le hizo saber que tenía que condenarlo por lo que consideró como falta de honestidad en el servicio público. Note que se está hablando aquí de 106 mil dólares, suma que allá el Tulio Turpén de cada ministerio o de otros poderes del Estado se puede dar el lujo de dársela a su Yuleidys de turno para que juegue una mano de bingo.
Es doloroso decirlo, pero así son las cosas allá, donde no hace mucho el Presidente Leonel Fernández reconoció que las nominillas de su gobierno eran ilegales. Dijo que en otro país esa práctica tumbaría un gobierno, pero graciosamente le aclaró al auditorio que le escuchaba, formado por directores de medios, que si quitaba las nominillas su gobierno se caía.
De manera que aplicar la deslumbrante tesis es garantía de permanencia en cualquier cargo, dado que la misma ha sido probada y demostrada como sólido sostén por el presidente Fernández, quien atrajo y colocó en puestos de poder, y sigue captando, a gente que él pudo meter a la cárcel, entregando a la justicia los voluminosos expedientes, basados en el mal manejo de fondos públicos, que tiene en sus manos.
Fernández entiende que no hay que apresar sino sumar y ello lo ha convertido en el político más exitoso que ha tenido el país en los últimos 14 años, desde que Joaquín Balaguer lo llamó al Palacio Nacional para decirle que lo iba a designar como su sucesor en 1996 en la administración de la Res-pública.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones.

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