Todos sabemos, aunque no reaccionamos para eliminarla, que en la República Dominicana está podrida la clase política profesional. Los propios políticos lo reconocen cuando entre ellos se acusan, con pruebas indiscutibles, de ladrones y corruptos, cuando buscan neutralizar reclamos de la parte sana del pueblo, cuando hasta su propio subconsciente los traiciona, etc.
Los políticos se reconocen tan podridos que “politizada” es el vocablo más contundente para el rechazo que pronuncian, y mandan a repetir a sus voceros de la prensa, contra cualquier propósito, reclamo o lucha del resto de la población.
Desaforadamente pregonaba el gobierno por todos sus medios, para quitarle validez, que estaba “politizada” la lucha para impedirle que vendiera Los Haitises a una cementera. Esa vez no tuvo efecto la palabra y el gobierno optó por el retiro de sus planes.
Pero con profusión la palabrita “politizada” ha sido usada en dos luchas en que el gobierno, lamentablemente, ha doblegado a la población civil. Me refiero a los casos de la Barry Gold y del 4% ciento del PIB para la educación.
La palabrita es de uso propio en todos los estamentos de poder. Hace unos días al doctor Jorge Subero Isa dijo que se apartaba del tema del Tribunal Constitucional porque “el asunto se ha politizado mucho… Ahora son los partidos políticos los que llevan la bandera”. Parece cosa de ficción la frialdad con la cual habló ese personaje que llegó hace 12 años a la presidencia de la suprema corte de justicia, precisamente, mediante componendas políticas; él, además, es el mismo señor que personalmente manejó y sujetó a conveniencia política el fallo del caso Sun Land.
Es curioso, chocante, los políticos nos advierten de manera consciente contra su propia podredumbre, y no reaccionamos. También lo hacen por traición del subconsciente, y tampoco reaccionamos.
Por ejemplo: leí el viernes en Diario Libre una nota en la cual se destacaba que la doctora Margarita Cedeño le envió un mensaje por Twitter a su esposo, el presidente Leonel Fernández, pidiéndole que organizara un foro con el tema de la educación, como el que hizo sobre el Tribunal Constitucional. El texto del mensaje sugiere que su subconsciente jugó con doña Margarita.
“Sin demagogia, Presidente Fernández hagamos una reunión sobre Educación, como esa de hoy sobre el TC”, le solicita la primera dama al mandatario. Encabezada por las palabras “sin demagogia”, la petición pública no puede ser más curiosa, chocante. Uno no sabe si la demagogia es de ella, del presidente o de ambos. Pero de que hay demagogia la hay; si no fuera así no tendría sentido el pedido de la esposa del presidente para que la eche a un lado.
¿Está la primera dama interesada realmente por el problema de la falta de fondo para la educación? ¿Ha hecho gestiones en la privacidad de su hogar ante su esposo en pro de la educación y éste ha ignorado las mismas? Son muchas las preguntas que podrían derivarse del corto mensaje que me dejó estupefacto.
Y pensando en que de ocurrir algo semejante en los Estados Unidos, la primera dama pidiéndole a su esposo públicamente apartar la demagogia (el engaño), aquí se estuviera acabando medio mundo.
Bueno, allá es distinto. Y los políticos actúan confiados en que no hay cirujano a la vista que, cual agricultor con la manzana, sea capaz de extirparlos del cuerpo que están dañando. Para mala fortuna del pueblo, es lógico que sin extirpación haya reproducción de la podredumbre, materializada en el narcotráfico, el sicariato y la delincuencia de mala calaña que campea en todo el territorio.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de la República Dominicana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario