NEW YORK. Mucho poder, mucho miedo y nada de amor divino. La combinación siempre provoca las mismas reacciones en los ocupanes del palacio nacional: irreflexión y apego enfermizo al mando, y al dinero; determinación incontrolable a intentar salir del lugar sólo mediante una ocurrencia extrema: con los pies pa’lante, cuando la parca lo sorprenda, o a través de una explosión de violencia, que siempre entienden como improbable, dado que consideran a sus aparatos represivos y mecanismos de control, militares y civiles, como inexpugnables.
Balaguer, Trujillo, Lilís, Báez y Santana fueron auténticos posesos del mucho poder y del mucho miedo, quienes además descartaron el amor divino en sus ejecutorias gubernamentales. El más notable factor común entre ellos es la corrupción que propiciaron para mantenerse gobernando el país por encima de las leyes, violentando la constitución a su conveniencia.
La corrupción y la permanencia en el poder se alimentan, se robustecen entre ambas. La fórmula está probada y comprobada: todos los dominicanos conocemos que los gobiernos más corruptos, criminales e indolentes han sido los de mayor permanencia en el mando.
Y en la actualidad, por estudio y práctica, el ciudadano más consciente de esa certeza lo es el doctor Leonel Fernández. No en vano se declaró discípulo-heredero de Balaguer y tiene a su servicio numerosos funcionarios y asesores que le sirvieron a Trujillo.
A más de medio camino para completar su tercer período presidencial, los dos últimos consecutivos, el presidente y su cofradía han acumulado el suficiente poder y el suficiente miedo para eliminar de sus juicios la cordura y dar impulso diario a la corrupción que los sostiene, que además es lo único que les da garantía para seguir más allá de 2012.
Leonel y su cofradía llegaron al punto donde es imposible para ellos detenerse. El miedo a perder las fortunas adquiridas, el miedo a la posibilidad futura de que alguien se antoje de exponer hasta donde permeó el narcotráfico a la actual maquinaria estatal, hasta donde el sicariato ha servido a personeros del gobierno, y otros miedos, como posibles persecuciones judiciales y probabilidad de cárcel, obligan a seguir pa’lante, comprometiendo cada día a más personas, a más grupos sociales.
La idea es lograr untarle a la mayoría de los dominicanos con “poder de decisión” un poco del suspiro del inmenso pastel de la corrupción. Hay que reconocer que Leonel ha logrado en buena medida ese macabro objetivo con las nominillas, bonogás y otros programas de boroneos.
Y si tomamos como ejemplo a la prensa, hay que admitir que poco le ha faltado para corromperla por completo. Lo invertido en la prensa debe estar sólo detrás de lo gastado en el metro. No en vano la prensa es su principal mecanismo “civil” de control de la población, y el más eficaz. Tanto lo ha sido que ha evitado que Leonel haga un mayor uso del aparato militar.
La prensa cumple a diario una tarea ingente de sedar a la ciudadanía, desenfocándole la realidad. Mire, Leonel no ha resuelto ninguno de los problemas tradicionales de los servicios básicos: luz, agua y basura, aunque los cobra más caros que nunca antes.
Lo del agua merece mención aparte, recuerdo que desde que el servicio se tornó deficiente los gobiernos dejaron de cobrarla, pero en el período 1996-2000 Leonel empezó la restauración del cobro, aunque el chorro que esporádicamente caía en las cisternas no aumentó.
El gobierno no pasa ningún examen de calidad con sus programas de educación y salud.
Si uno se refiere a los combustibles, el de Leonel es el único gobierno que se ha dado el lujo de vender el galón por encima de los cuatro dólares, y permanentemente a un mayor precio que el que se paga en New York.
Leonel no sólo no ha resuelto los problemas tradicionales sino que más que cualquier otro gobernante ha dejado que se le acerquen y fotografíen con él personas que resultaron ser narcotraficantes internacionales. En este aspecto, lamentablemente, ha dejado pequeño a los demás. Si en el gobierno de Hipólito Quirino fue enganchado como capitán, en el de Leonel Arturo del Tiempo fue enganchado como coronel, dos rangos más.
El tema viene a colación porque es una constante en la prensa hablar de que la corrupción es un asunto que está en los genes de los dominicanos, justificando el proceder corrupto del gobierno. Los medios comprometidos han logrado que la gente olvide que Leonel regresó al poder en 2004 para que frenara la corrupción que hubo en el gobierno de Hipólito, no para que superara con creces la misma. Las cosas se dan así porque los medios comprometidos tienen el mismo miedo que Leonel y la cofradía.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de la República Dominicana.
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