martes, 26 de octubre de 2010

De percepción en percepción


NEW YORK. Tengo la percepción de que la monumental corrupción gubernamental está fundada en la percepción, aunque no es pura percepción. Tengo mi tesis sobre el asunto y voy a exponerla.
Primero: los funcionarios del estado tienen la percepción de que siguen siendo tan pobres como antes de acceder al poder. Puede que Usted diga que ellos mantienen su percepción aposta, pero la misma también puede justificarse.
Mire, tanto fue el tiempo que muchísimos de ellos pasaron en la pobreza que es probable que realmente todavía no se hayan librado del trauma de la escasez vivida hasta el 16 de agosto de 1996. Tengo la percepción de que poquísimos de los funcionarios podrían demostrar que alguna vez antes de la fecha citada devengaron un sueldo de $30 mil pesos al mes en el sector privado.
Los traumas son traumas, todos lo sabemos, así que a pesar de que viajan por todo el mundo y gastan a manos llenas, con todo y que tienen 10 años cargando dinero por millones para sus cuentas personales por vía de sueldos, de prebendas o de robos, no es del todo descartable que tengan la percepción de que son pobres.
Es más: en realidad son pobres, muy de pobres de amor al prójimo, muy pobres de nobleza, muy pobres de prudencia y muy pobres de probidad. Esa no es una percepción, como tampoco es una percepción que, junto a ellos, han hundido moralmente al país.
También tengo la percepción de que su irrefrenable corrupción es una especie de venganza por la recia disciplina a que se vieron sometidos en el PLD de ensueños que creó Juan Bosch, quien, para entrenarlos en la humildad, los enviaba a vender por las calles Vanguardia del Pueblo, la Revista Política y boletos de rifas.
Fueron muchos años de manos extendidas en las esquinas y los barrios para obtener recursos en el seno del pueblo. Ahora, el desquite de aquellos años de humildad y disciplina bochista ha sido brutal. Nada más soberbio y prepotente que el peledeísta-balaguerista de hoy. Lo triste es que a quien le ha tocado pagar los platos rotos de los renegados es al pueblo pobre que tantos de sus centavitos les dio. Son desagradecidos con los humildes, esa no es una percepción.
Pero también tengo la percepción de que me venden percepción con eso del crecimiento de la economía. Porque es injustificable que el país lleve años de crecimiento por encima de la mayoría de las naciones del área y del mundo y, concomitantemente, se hunda más cada día en las últimas posiciones en las clasificaciones que hacen los organismos internacionales sobre los niveles de educación, salud y democracia en las naciones.
Otra percepción es la de que el anuncio de crear un nuevo organismo para la lucha contra la corrupción sólo persigue crear la percepción de que se luchará contra el problema, pero en realidad con la nueva entidad pasará igual que con la queseyoqué de ética que encabeza Bidó Medina, la queseyocuanto que lidera Vincho, la procuradoría, el Depreco, la Cámara de Cuenta, la fiscalilía, la contraloría y no sé cuantos más oficinas, direcciones, ministerios creados para “perseguir” una corrupción que no se mueve de su sitio, y realmente crece robusta.
Tengo la percepción de que debo decir: por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade del país.

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