Lo que en República Dominicana el calor consume, en New York el frío lo conserva. Lo que en RD a nadie asombra, en NY eriza. Hablemos EN FRIO de asuntos que queman.
lunes, 14 de junio de 2010
Tararea el himno del 1J4 y materializa a Trujillo
NEW YORK. A 51 años de la gesta patriótica del 14 de junio, ¿qué queda de ese sacrificio? ¡Nada! Nada importante. Nada que vaya más allá del recuerdo cada año al pie de un monumento recién pintado para la ocasión o recién construido (presupuesto inflado, por supuesto); y uno que otro escrito o discurso por ahí, por allá, por acá.
A 51 años del intento de arrancar al pueblo dominicano de las fauces de la dictadura de Trujillo, ¿qué queda de aquellos aires sietemesinos de libertad de 1963? ¡Nada! Nada importante. Nada que vaya más allá de una confusión entre descendientes (¿?) de la Raza Inmortal con servidores del régimen del propio Trujillo, quienes libremente se han unido bajo el liderazgo económicamente sólido de un estudiante del profesor Bosch que se graduó con el doctor Balaguer.
A 51 años del Patria o Muerte!, de la siembra del ideal más puro, ¿qué se ha cosechado? ¡Nada! Nada importante. Nada que vaya más allá de un mandatario quien, para que lo vean y se hable de eso, tararea estrofas del himno del 1J4 en un acto anual y en un lugar bien alejado, por supuesto, del Palacio Nacional donde a diario, sin ceremonia y sigilosamente, se sienta a calcular cómo empleará los recursos que posee de sobra para intentar superar la marca nacional lograda por Trujillo de 31 años consecutivos mandando.
A los 51 años del intento de quitar a Trujillo de encima del pueblo, ¿qué tenemos? ¡Nada! Nada importante. Nada que vaya más allá de un hombre joven asido al cargo de presidente, con vocación y necesidad en expansión permanente para intentar mantenerse en el poder a cualquier precio.
A los 51 años de la gesta patriótica del 14 de junio, el sacrificio de la Raza Inmortal no ha sido imitado, y mucho menos reivindicado, desde el poder; todo lo contrario a lo ocurrido con Trujillo, cuya figura cada día se idolatra con mayor fe en el Palacio Nacional. Así tenemos el fenómeno de un gobernante capaz de recordar estrofas del himno de los enamorados de un puro ideal, mientras materializa a Trujillo.
Por hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade del país.
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