NEW YORK. Lo que ahora tenemos en el escenario
político de la República Dominicana es el “tres pa’ uno declara’o” en que se
convirtió la lucha de relevos. PLD, PRSC y PRD actúan unidos a la franca, lo
que nunca se había hecho, contra el pueblo que está postrado, desalentado,
desesperanzado, extenuado, abatido como nunca antes,
por lo que paga
religiosamente su carga impositiva de lo más tranquilo.
El PLD que hace varios torneos electorales presumía de
que el país estaba dividido entre “peledeístas y corruptos” hoy es el jefe o
capo más exitoso que ha tenido la corrupción dominicana en toda su historia. Ha
cohesionado un bloque con sus antiguos rivales que luce tan sólido como
Baninter cuando lo acaparó prácticamente todo en el país, poco antes de su
desplome.
El secreto del éxito del PLD está en que en la persona
del doctor Leonel Fernández encontró al psicópata ideal para profundizar -sin
remordimiento alguno y con auténtico orgullo- la prolongada crisis que debilitó
y ahora tiene al borde del aniquilamiento la voluntad de lucha de la población por
justicia y libertad.
Nada es más efectivo que un período de crisis para
causar, individual o colectivamente, agotamiento, desfallecimiento, desánimo,
degradación y arruinamiento. Y la crisis del pueblo dominicano, con el
camuflaje de democracia, lleva ya más de 50 años en manos de impíos que han
apostado a la superación de la maldad de su predecesor. Hay que reconocer que no
es fácil mantener la fe en crisis largas y profundas.
Y sin fe no hay visión de futuro, sólo sumisión y
preocupación para sobrevivir un día más. Por ello, los propiciadores y
administradores de la crisis pueden a mansalva oprimir, pisotear, azotar y
recargar a un pueblo que ya actúa como el típico boxeador groggy, que a lo
único que atina en su subconsciencia es a recostarse en las cuerdas y cubrirse,
sin tirar sus puños, para ver si puede sostenerse sin caer hasta que su rival
se canse de golpearlo.
Con el PLD cogiendo para su gente, para el PRSC y para
el PRD de Miguel Vargas Maldonado la paliza al pueblo es tan apabullante que su
capacidad de reacción es ya prácticamente nula. Así lo indica la mayúscula facilidad
con que (en un enero que se anticipaba como difícil) el gobierno cobró el
suculento 18% del Itebis, con una base ampliada de productos. No conforme, el
presidente nominal Danilo Medina, aumentó los precios de los combustibles
durante cinco semanas consecutivas. El pueblo, sin duda, se acostumbró al
aumento de la intensidad del castigo.
Me imagino que, con lo gandías e insaciables que son
las pandillas políticas, estarán lamentándose de no haber llevado hasta el 20%
el impuesto de marras. No hay duda de que la blanqueada que le dio el gobierno
a los bolsillos de los pobres en enero es por mucho superior al inesperado
triunfo 5-0 de los Leones del Escogido sobre las aguerridas Águilas Cibaeñas en
la serie final del pasado torneo de béisbol.
Permítame la disquisición, je je, porque me da la
impresión de que la barrida pasada ha sido la derrota que más ha dolido a los
aguiluchos. Hasta el doctor Negro Veras hizo un “llora’o” triste en un artículo
escrito con la enjundia y el sentimiento que caracteriza a ese santiaguero que
está en el grupo de los tres voces más notables que en la actualidad se
escuchan desde La Hidalga. Me falta por identificar a uno de los componentes
del trío en el cual también ubico a Sara Pérez.
Bueno, no voy a entrar en el análisis del artículo del
doctor Veras, aunque quiero. Tampoco hablaré si fue falta de pitcheo o bateo lo
que perjudicó a las Águilas. Debo terminar esta columna en la que se colaron
pasajes de lucha libre, boxeo y béisbol señalando una sucesión de asuntos,
varios muy planificados, que a mi juicio facilitaron el desvío de la atención de
la población para que el novedoso 18% de Itebis pasara suave y se convirtiera
en costumbre.
Mire, arrancando enero nos entretuvieron con cosas tales
como: la aguantadita que el gobierno dio en la frontera a los haitianos ilegales
que regresaban a su trabajo, después de pasar las navidades en su país; los
viajecitos de Danilo, con el ridículo saltito del charquito; Vargas Maldonado aportó
lo que le tocaba desde el PRD con la expulsión de Hipólito Mejía, ratificada
luego por el TSE; no podía quedarse fuera Leonel y puso lo suyo con su
provocador discurso sobre Duarte. La tapa al pomo fue el “juidero” de Vargas
Maldonado y sus socios cuando estrellaron la primera silla en el local del PRD.
Pero como nada es perfecto y los dominicanos
residentes en el exterior no estamos “groggy”, por estos predios se preparan
asuntos como respuestas contundentes al golpe que se le dio a la diáspora con
la suspensión de los servicios que le ofrecía la Junta Central Electoral. De
eso hablaremos luego.
Por hoy me voy, que Dios le llene de bendiciones, y se
apiade de la República Dominicana.
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