NEW YORK. El
tipo es un cabrón, y se enorgullece de serlo. Eso pensé al ver el titular y la
foto que acompañaba la información dando cuenta de las explicaciones de Leonel
Fernández sobre el déficit fiscal de 187 mil millones con que 2012 se encamina
a su cierre.
La foto es
la típica que se ha usado siempre para simbolizar el poder del sicópata
convertido en jefe. La misma presenta a Leonel, en la seguridad de su recinto, caminando
delante y detrás de él va la recua de espalderos, al mejor estilo de los capos
mafiosos.
No sé, pero
guardando las diferencias de vestuarios y escenarios, la foto me recordó
las comunes
escenas intermedias de las películas de vaqueros, que mostraban a los bandidos exhibiéndose
intimidantes en los pueblos sin sheriff.
El más buscado se desplazaba al frente y los demás forajidos le seguían,
mirando para todos los lados de la polvorienta calle, mientras los indefensos
ciudadanos optaban por evadir sus miradas y encerrarse.
Bueno, no
es de capos y bandidos de antaño de lo que me interesa escribir sino sobre que
me quedé pensando en lo difícil de que actualmente -quién sabe si antes
tampoco- exista algún otro dominicano (político o no) al que le ajuste tan y
tan bien la expresión cabrón como al doctor Fernández.
Porque ¿qué
sino un cabrón de siete capas puede ser un tipo que, con el control absoluto
del poder, optó por hacer cinco reformas fiscales con el supuesto objetivo de
tapar el hoyo fiscal dejado por los fraudes bancarios, que además aceptó que
trancaran en su gobierno a Ramoncito Báez, el hombre que lo catapultó
económicamente para regresar a la presidencia, mientras dejó suelto a Hipólito
Mejía y sus ministros, a quienes ahora, después de ocho años de fiesta continúa
con el dinero del estado, señala como los causantes originales del nuevo hoyo
en que está el país?
Fíjese, se
necesita ser un cabrón extraordinario para abogar por una sexta reforma fiscal,
después de haber anunciado meses atrás que conducía una economía saludable, por
lo que, con pelos y señales, dio a conocer que tiraría para arriba 40 mil
millones de pesos con el objetivo único de colocar a Danilo Medina en la
presidencia.
Mirándolo
bien, el anuncio fue una cabronada por partida doble, porque Leonel pudo hacer
lo mismo que hizo sin anunciar en público que lo haría. Lo hizo así para ajustarle
más el pie sobre la cabeza a su compañero Danilo, y descartar por completo que
éste, ni siquiera en el pensamiento, osara hacerse el chivo loco en algún
momento y decir que no era compromisario del déficit que el pueblo tendrá que
pagar.
Estamos
claro de que, llueva o ventee, la reforma va, con todo y la “oposición” a la
misma que aparentan las asociaciones empresariales. Si el pueblo, cosa
impensada por ahora, llegara a toparse con un líder que conduzca la lucha para
impedir ese abuso, Usted puede estar seguro de que los empresarios no le van a
hacer coro.
Así que nuestra
gente, quiéralo o no, terminará pagando la fiesta que vio por control remoto,
que incluye más de 70 viajes de Leonel y secuaces por decenas de países a un
costo superior a los $50 millones de dólares, el atraco de $130 millones de
dólares de la Sun Land, y por ahí para abajo, hasta llegar a los $187 mil
millones del déficit presentado sin rubor por el mismo funcionario que se
jactaba de decir que el gobierno del PLD había blindado la economía del país.
El pueblo
va a pagar porque los de arriba no han pagado nunca, y ahora no será distinto.
No mientras continuemos viendo que acepta, incluso con aplausos, la doble moral
imperante en la “justicia” dominicana que apresa a la infeliz de Yoly López,
por perjurio en el caso de Omega, mientras el cabrón que faltó a su juramento
presidencial y que tantas veces violentó la constitución anda suelto y
pavoneándose como los bandidos ante la ausencia de un sheriff.
Por hoy, me
voy. Que Dios le llene de bendiciones y se apiade de la República Dominicana.
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